Dejemos el rojo para mañana, ¡venga! seamos tradicionales y pongamos al día de mañana un rojo precioso en nuestro blog. Pero eso será mañana, hoy os presentamos al corazón verde ("...y el verde verde limón") en fila, multiplicado infinitas veces... tantas que no cabe en nuestro broche. Tendríamos que inventar un broche sin límites, el bordado que nunca acabase para definir esto del amor.
"Así, pues, Phileas Fogg había ganado su apuesta. Había realizado en ochenta días un viaje alrededor del mundo. Había empleado para hacerlo todos los medios de locomoción,... El excéntrico gentleman había desplegado en la empresa sus maravillosas cualidades de serenidad y de exactitud. Pero, ¿y qué? ¿Qué había ganado en ese largo viaje? ¿Qué había obtenido de él? Nada, se dirá. Nada, en efecto, sino una mujer encantadora que, por inverosímil que pueda parecer hizo de él el más feliz de los hombres. Y en verdad, ¿quién no daría, por menos de eso, la vuelta al mundo?"
La vuelta al mundo en ochenta días, Jules Verne
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